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Grace Trocell y Amelia Rodríguez emocionan en Nueva York con “De Caracas a Nueva York” en el Venezuelan Cultural Fest

El pasado 5 de julio, el Venezuelan Cultural Fest se convirtió en escenario de una de las propuestas teatrales más emotivas y originales del evento. En las instalaciones del Culture Lab LIC de Nueva York, las actrices Grace Trocell y Amelia Rodríguez presentaron la obra “De Caracas a Nueva York”, una pieza construida en tiempo real, donde la nostalgia, la improvisación y la complicidad con el público dieron vida a una función tan única como memorable. A ellas se sumó, como invitado especial, Jhonatan Zapata, completando un trío que supo captar la atención de todos los presentes desde el primer momento.

La historia partía de una premisa sencilla, pero cargada de resonancia emocional: una llamada entre dos hermanas, una que vive en Caracas y otra que reside en Nueva York. Lo que parecía una conversación cotidiana se convirtió en un recorrido íntimo por la memoria compartida, los contrastes de la migración y los vínculos familiares que resisten el paso del tiempo y la distancia. Lejos de tratarse de una obra convencional, “De Caracas a Nueva York” fue una experiencia en clave de improvisación, donde cada escena se tejía con hilos del presente y del pasado, impulsada por las voces del público.

Uno de los elementos más singulares de la función fue la ruptura constante de la cuarta pared. El público no se limitó a observar: fue parte activa del relato. En escena, Jhonatan Zapata, vestido como piloto de avión, no solo aportaba un guiño visual al arco narrativo del reencuentro entre las hermanas —quienes viajaban simbólicamente hacia el reencuentro después de años separadas—, sino que también se encargaba de interactuar con los asistentes. Les preguntaba qué frases, recuerdos o ideas deseaban ver integradas en la historia, y estas eran luego tomadas con agilidad por las actrices e incorporadas en tiempo real. Esta dinámica abierta no solo sorprendió a los presentes, sino que les dio un rol activo en la creación de la obra, reforzando su dimensión colectiva y emocional.

Desde el inicio, Grace y Amelia lograron una química escénica sólida, con un ritmo ágil y una sensibilidad que traspasó las palabras. Trocell, con su estilo chispeante y su rapidez para adaptarse a cada giro inesperado, aportó frescura y humor, mientras que Rodríguez mantuvo el equilibrio emocional de la pieza, con una presencia firme que anclaba la historia en el terreno de lo entrañable. El contraste entre ambas potenció la dinámica narrativa, generando momentos de risa espontánea, silencios cargados de significado y reflexiones que muchos migrantes presentes reconocieron como propias.

La reacción del público fue inmediata: risas, lágrimas, aplausos, y un evidente deseo de prolongar la conversación más allá del telón. En tiempos donde lo virtual domina, presenciar una obra construida con la energía del aquí y el ahora, cargada de verdad y cercanía, se sintió como un acto necesario. La pieza, aunque efímera en su forma, dejó una huella duradera en quienes la vivieron.

Yosh!

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